jueves, 30 de agosto de 2007

Sólo noventa deseos...


Aunque sea el lugar en el que viví la totalidad de mis días, cada vez que respiro nuevamente su aire una historia nueva me invita a vivirla. Y junto a lo nuevo y a lo habitual, él. Porque con él lo habitual se hace nuevo y lo nuevo, familiar. A partir de hoy lleva treinta años sobre sus hombros, sin esfuerzo porque no le pesan. Todavía queda mucho. Y también muchos regresos en los que espero encontrarlo una vez más.



viernes, 24 de agosto de 2007

La sangre derramada


Nuestros pies dejaron de pisar tierra colorada en San Ignacio. Llegamos cuando el sol abandonaba el pueblo y sin indagar mucho sobre posibles alojamientos. En un instante ya estábamos en la posada que se encuentra frente al boulevard principal. A tres cuadras de lo que sería la excursión del día siguiente. El cansancio arrastrado de los días vividos nos hizo cenar a las siete de la tarde y soñar desde las ocho. Al despertar comimos unas recalentadas medialunas y partimos para las ruinas. Numerosos puestos de artesanos empezaron a rodear nuestro paso. Tejidos, comidas, vasijas y mucha gente ofreciéndonos su arte.
La entrada a la reducción daba pocos indicios de la fotografía que íbamos a ver después. El recorrido empieza en un sitio cerrado con distintos utensilios, maquetas, figuras, inscripciones. Luego la fotografía sobre nuestras retinas. Es difícil describir las sensaciones que nos rodean en ese momento de contemplación. Las ruinas todavía irradian esa energía con la que se movió su pueblo.

San Ignacio Miní fue fundada originalmente en 1610 por los padres José Cataldino y Simón Masceta en la región del Guayrá, junto a otras reducciones más. En el año 1631 fueron asoladas por los bandeirantes o mamelucos (cazadores de esclavos), salvándose del asedio únicamente San Ignacio Miní y Nuestra Señora de Loreto, pueblos que emigraron en 1632 y se establecieron a orillas del río Yaberibí. San Ignacio se estableció en 1696 en el sitio donde hoy se encuentra. Al igual que las otras reducciones fue destruida en el año 1817 por los paraguayos pero fue restaurada en 1940.
Un guía nativo del pueblo nos acompañó todo el recorrido. Éramos sólo tres. Un privilegio.
Nos contó con toda pasión la historia de su tierra. Todos los guaraníes trabajaban. Una parte de lo que se producía se destinaba a las familias y la otra se utilizaba para sostener los gastos de la iglesia, la educación y la cultura. Los trabajos rurales los hacían los hombres, además de tareas de carpintería, enseñanza de oficios y otras artes. Las mujeres cuidaban a los niños, cocinaban, hilaban y tejían.
La arquitectura corresponde al barroco colonial o americano. La estructura partía de un centro que era la plaza, en la cual sobresalía la iglesia, que se complementa con la residencia de los padres, colegios y talleres. Las viviendas y el cabildo a los laterales de la plaza y luego las
tierras de cultivo.

Pero no todo lo que reluce es oro. Tras esa organización ejemplar se esconde el oscuro objetivo. La acción conquistadora y colonizadora española en América. Evangelización de los pueblos indígenas. Tierra colorada. Tierra de sangre derramada.

miércoles, 15 de agosto de 2007

Las voces del reclamo (el paréntesis)















No son voces del más allá. Son del más acá. El Día Internacional de los Pueblos Aborígenes se conmemora todos los 9 de agosto desde hace 13 años, la dudosa Organización de Naciones Unidas así lo decidió. No dudo de la significación de la sigla, sospecho de su fin aparente. Muchos tratados firmados, pocos resultados a la vista. El 11 por la tarde asistí al festival que organizó el INADI en el Centro Cultural Konex. Músicos de la cordillera, del bosque chaqueño y de tierras formoseñas rindieron culto a sus antepasados a través de las melodías y los versos. Los más osados, pero reflexivos, pronunciaron unas palabras al público presente, al blanco, al devastador, a nosotros. Agradecieron el silencio en el aire como si nuestro gesto significara la promesa de vida eterna. Y sí. El silencio es respeto. Respetar y compartir, simplemente eso reclaman. Me preguntaba hasta qué punto somos verdaderos escuchas. Estamos todos de acuerdo en la legitimidad de sus reclamos, por lo menos la mayoría. Lástima que la minoría en desacuerdo dice ser la propietaria de los recursos mostrando papeles recién sacados del horno listos para desterrar. No dudan en emplear las armas más deshumanas para lograr la productividad anhelada, necesarias para el despegue económico del país. Qué mentira.
Desde la década del ´90 se vienen llevando a cabo distintos alzamientos de pueblos nativos en toda Latinoamérica, con mejores o peores resultados, pero con los objetivos de hacerse escuchar y aparecer en la escena social cumplidos. Pero hay una verdadera inserción en la sociedad? O sólo reconocemos su importancia cultural y ahí damos fin a la historia? Objetos de la antropología que nos dibujan cómo vivieron las culturas ancestrales. Así se los rescata. Su cultura como simple artesanía regional, su música como simples melodías sin sofisticación, sus cultos y ritos como ceremonias de absurda significación. Una deuda pendiente. Las palabras del cacique toba todavía resuenan. La luna. El sol. Ambos circulares. Todo tiene esa forma. El movimiento de la vida. El ciclo. Todo vuelve. Todo se transforma.
http://www.nortedelbermejo.com.ar/
http://www.aborigenargentino.com.ar/

Ona: Una comunidad de descendientes en Tierra del Fuego
Mapuche: Neuquen , Río Negro, Chubut, Santa Cruz, y Los toldos ( Pcia de Buenos Aires )
Kolla: Norte de Jujuy y Salta
Wichi: Norte de Salta Formosa
Chorote: Norte de Salta
Chane: Norte de Salta
Tapiete: Nordeste de Salta
Chulupi: Norte de Salta
Pilaga: Formosa
Toba: Chaco. Norte y Este de Santa Fe y Norte de Salta
Mocovi: Suroeste de Chaco y Norte de Santa Fé y Norte de Salta
Diaguita Calchaqui: Suroeste de Salta, Nordeste de Catamarca y Amaicha del Valle (Tucumán)
Guarani: Centro de Mesopotamia
Huarpe: Centro y Sur de San Juan y Centro de Mendoza

sábado, 11 de agosto de 2007

Agua...cómo te deseo...

Si en la tierra hacia calor…en la ruta ni hablemos. Nos tomamos el colectivo que nos llevaba a nuevamente a Puerto Iguazú y nos bajamos en la Triple Frontera. Unos pocos y pequeños puestos con artesanías y otras cosas que vaya uno a saber qué eran nos daban la bienvenida. Unos pasos más adelante, que costaban bastante después de la pileta y del tajo en mi pie (no olvidar este detalle que va a ser crucial durante el posterior desarrollo de las acciones), se encontraba el final de nuestro país. De ahí se dejaban ver las fronteras de Brasil y Paraguay, que al igual que Argentina, marcaban su tierra simbólicamente con un diminuto “obelisco”. Y en el medio de las tres naciones…el agua. Qué ignorantes que somos! Qué poco sabemos! Por lo menos yo. Lo que se veía era el Acuífero Guaraní. Fuente de riqueza invalorable por la que se van a movilizar ejércitos o padecer medidas de ajustes estructurales que nos van a hacer un poco más dependientes (ver documental SED). El atardecer nos indicaba que ya era hora de volver a nuestra lujosa posada…pero limpita.

La tregua


Cinco pesos a cambio de un poco de tregua con la temperatura. Unos años antes había estado en la misma pileta con toda mi familia pero en condiciones muy diferentes a las de ese día de bienvenida. La sensación de frescura me hizo olvidar por un instante el sofocante calor y el accidente en mi pie (pateé una baldoza…sin palabras). Pero no todo iba a ser placer y disfrute, las vacaciones siguen siendo como la vida diaria…una y una.
Cinco horas fueron…eteeeernas. Un recital exclusivo de Leo Mattioli!!! Nooooooooo!!
Y se terminaba el disco…y volvía a empezar. Y se terminaba el disco…y volvía a empezar. El sándwich nos daría una nueva tregua y nos haría olvidar por un instante el penoso ruido del ambiente.

jueves, 9 de agosto de 2007

Camino a tierra colorada





El 11 de marzo de hace un par de años atrás salimos con Jimena desde Retiro camino al norte de nuestro territorio. No sé por qué decidimos ese destino…se me ocurre por la cantidad limitada de días de los que disponíamos y la cercanía entre sí de los atractivos. Lo cierto es que si esos fueron los motivos…acertamos. En una semana recorrimos los puntos más reconocidos de Misiones. En realidad, si me pongo a pensar, a veces para recorrer exhaustivamente los sitios hay que disponer de más tiempo…y mejores mochilas. Algo sé que quedó pendiente. Ya volveremos.
Llegamos recién amanecido el sol a la Terminal de Puerto Iguazú. La atmósfera del lugar nos daba la bienvenida y nos anunciaba el cambio de clima que íbamos a padecer. Qué sigue?? Buscar un hospedaje. Tarea nada gratificante cuando el equipaje pesa y las horas en el colectivo se hacen notar.
Golpeamos un par de puertas que gracias a la tecnología de la Web habíamos agendado pero no dimos un paso adelante. Preferimos seguir preguntando. Aclaremos que habitaciones disponibles había…de varias estrellas, que ni vendiendo la luna podíamos pagar. Y bueno…esto es producto de la globalización, devaluación y todas las ción que hacen subir los precios para sacar tajada de los extranjeros, que por cierto son la mayoría de los visitantes (no voy a caer en análisis políticos, al menos por esta vez).
Nos quedamos! Sólo 30 pesos, 3 días…buen negocio. No era gran cosa pero si suficiente…hemos caído en lugares en peores condiciones. Basta que esté limpito…si lo habremos escuchado de los mayores más mayores. Y sí, limpito estaba.
Dividimos el placárd, tarea fundamental para no crear roces entre las mujeres, nos pusimos la malla y corrimos a disfrutar del soleado día sin saber lo que nos esperaría de regreso…