domingo, 30 de septiembre de 2007

Cuando las palabras sobran


En lugar del Tres Picos, el Lanín. Llegamos a Junín de los Andes y en unos instantes estábamos armando la carpa frente al Lago Huechulaufquen, a unos kilómetros de la incipiente ciudad.

También era un incipiente camping, pero para qué más, teníamos el equipo necesario y los conocimientos básicos, la combinación justa. Casi una decena de asentamientos rodean el lago y ofrecen albergue a los visitantes. Estos están manejados por las familias nativas mapuches, en común acuerdo con el gobierno provincial, que te ofrecen una porción de tierra encantada para armar tu carpa. Se clasifican en agrestes y organizados según los servicios que ofrecen.

En los primeros no hay nada de nada, sólo vos y el paisaje, que no es poco. En el segundo hay agua caliente algunas horas, algo de leña y una mínima proveeduría.

Salimos despuès de un desayuno caliente para olvidar la noche fría. Dos kilómetros de caminata nos acercaron a una de las entradas del Parque Nacional Lanín ya que la reserva está conformada por 412 hectáreas. Subimos hasta la base del volcán, 1800 metros exactamente, la mitad del recorrido teniendo en cuenta que la altura total es de 3700 metros.
Durante el ascenso apreciamos diferentes paisajes, por momentos secos y por otros húmedos. La variación en los colores, en la luz, en las especies, era asombrosa. La caminata tuvo un alto grado de dificultad pero el agua fresca y pura que bajaba de la montaña nos alivió por momentos. Y ahí estaba la nieve indicándonos que la meta estaba cumplida. Imposible describir el placer de haber estado descalza comiendo unas galletitas Traviata con paté mientras el volcán me observaba desafiante. Imposible.

http://www.parquenacionallanin.gov.ar/
http://www.parquesnacionales.gov.ar/
http://www.sendasybosques.com.ar/

sábado, 15 de septiembre de 2007

Los no aptos


Había un vez en un cercano país un lugar mágico. En él convivían centenares de bosques, profundos lagos y deliciosos chocolates. Los habitantes del pueblo vivían felices. En el verano disfrutaban de los más variados colores y en invierno el blanco de la nieve llegaba para brindarles su espectáculo. Miles de visitantes pasaban por la pequeña villa y se deleitaban con sus maravillas. Si, Villa la Angostura parece una réplica de aquellos lugares fantásticos, de princesas y enamorados, de abundancia y perfección. En el comienzo de este año estuve un par de días con Jimena y Licina. Luego de hacer un recorrido por otros pueblos, llegamos a la capital de los jardines. Me sorprendió la belleza de sus construcciones y la planificación más que correcta. Un lugar artificial, teatralizado. En el mes de marzo volví, el pueblo me había impactado. Despuès de visitar el bosque de arrayanes caminamos con mi mamá y Rosa por una de las calles extremas del lugar. El camino era dificultoso. Por algunos momentos creímos perdernos. Pero no. Ibamos directo a lo que nos faltaba ver. El reino se desvaneció. Bienvenidos al mundo real. Pasen y vean. Ahí está la gente. La excluida. La no apta para el paisaje. El barrio borrado del folleto. Las calles ausentes del mapa. Lo curioso es que para bajar a la calle principal, la apta para transitar por el turista, había que sortear un especie de laberinto. Ah...y ni se te ocurra subir desde la calle apta hasta esos barrios. Unos postes bien distribuidos te lo impedirán, para que sigas siendo parte de la ficción.

viernes, 7 de septiembre de 2007

Aripuca


Fue nuestro último paseo en la tierra de la yerba mate. Entramos con la promesa inicial de probar una crema helada verdosa con gusto a la bebida caliente que tomamos a diario. Palabras que luego no se cumplieron. En fin. El término Aripuca proviene del portugués y refiere a una trampa artesanal compuesta de ramas en la que los pájaros son encarcelados. El complejo ARIPUCA recuerda la forma de aripucas que utilizaban los indios y muestra la diversidad de maderas que se pueden encontrar en la zona misionera. Interesante.